Tengo 43 años de edad. Al igual que muchos de mi generación, a menudo leo los manuales de instrucciones. En las interacciones con mi padre, parientes y amigos mayores, he tratado de no cerrar mi mente en lo que se refiere a la tecnología.
No le tengo miedo a lo desconocido ¿Cómo entonces algo que siento impreso en mi ADN puede ser tan completamente ajeno a los demás?
Es algo desconcertante lo que siento cuando, por ejemplo, llego a la casa de algun pariente o amigo y, tras un saludo rápido y seco, me toman del brazo y me ponen al frente de la computadora y me dicen: “Me pasó esto y esto, me lo podés arreglar?”.
Pero recientemente he tenido momentos de empatía y estos han sido, curiosamente, al frente del volante de un auto. La verdad, no tuve tantos. El primero fué un Dodge 1500 modelo ´73, amarillo patito (descanse en paz), que me dió mi viejo cuando trabajaba con él. No era un avión, pero cumplía su cometido: llevarme y traerme de donde estuviera, y aprendí bastantes cosas del amarillito. Pero me pasa con frecuencia que, cuando estoy al volante por primera vez de un auto de última generación, las cosas cambian de tal forma que me siento un completo idiota.
Este estado de “confusión” puede ser interpretado de distintas formas:
MALESTAR:
La primera vez que me iba a subir en un Audi no iba a ser en cualquier Audi, sino en un R8. Lo tenían en una concesionaria de un amigo sobre la Duarte Quiros, y cuando estoy por sentarme para dar “la vuelta de mi vida” me doy con que el dueño del auto medía mucho menos que yo, por lo que la posición del asiento casi que me impedía el acceso al auto.
Estuve 10 minutos transpirando hasta que vino el dueño y en dos segundos tocó “un” botón y solucionó el problema. Lo rescatable es que me hizo bajar en menos de cinco segundos. Y chau Audi R8...
PANICO (LEVE):
Una vez en un Mercedes E250 Blue Tec fuí incapaz de cerrar las puertas. Pulsé el botón de cerrarlas y escuche el “clak” de los pestillos confirmando la acción. Pero tirando de la manija, para probar, la puerta se abría.
Esto se repitió varias veces hasta que pensé que no iba a poder dejar un auto así, como ese, abierto, y en la calle. Despues el dueño me hizo bajar del auto y, con la llave alejándose y sin hacer otra cosa, el auto se cerró sólo. Chan!
FRUSTRACION:
Una vez subí a manejar una VW Touareg junto a un amigo, que en su equipamiento de serie contaba con un sensor de proximidad, que detecta los objetos cerca del paragolpes mientras el auto anda a baja velocidad, el cual emite pitidos y te baja el volumen del equipo de audio si considera que estas por darte un toque. Está buenísimo. Buenísimo si no estás andando a paso de hombre por la Dean Funes a media calzada con un tráfico de locos, con autos pegados al tuyo. Ese pitido lo recuerdo tanto como los gritos de mi hijo pidiendome para que lo lleve al baño porque se hace pis encima.
Permítanme decirles que los autos inteligentes son un hecho muy positivo en el mundo del automóvil.
La gadgetificación de nuestros autos ha llegado muy rápido, y no muestra signos de desaceleración. Pero mi confusión no debe ser tomado como una causa general para preocuparse, estoy seguro que todas las características que me desconcertaron inicialmente pueden ser ajustadas para satisfacer mis necesidades y gustos, digamos después de tocar el violín parado y leerme manuales de instrucciones enteros.
Y, para cada nueva confusión que aparece, seguramente mejoraré mi forma de conducción. La cámara de seguridad de marcha atrás, que encuentro en casi todos los autos nuevos, hacen del estacionamiento en paralelo en un vehículo moderno uno de los momentos más placenteros al manejar. Y los indicadores de puntos ciegos en los espejos retrovisores, como los de un Mazda 6 , son extremadamente útiles cuando se cambia de carril para el tráfico urbano.
Esto significa un desafío para la industria automotriz: hacer que la tecnología, cada vez más sofisticada, esté dentro de nuestros autos con un sólo propósito: hacerlos más fáciles y seguros al manejar.
Estamos más protegidos, seguros y confiados entonces con estas nuevas tecnologías?
Yo creo que si, pero desde mi perspectiva, hay momentos en los que uno se siente como pez fuera del agua..